Caras largas, decepciones, cizañas y puñaladas traperas conforman el nada halagueño escenario de la oposición en Barinas.
Y es que, luego de anunciar con bombos y platillos la llegada de Edmundo González Urrutia, a última hora el candidato opositor se despachó con un discurso fresita desde la comodidad caraqueña que fue tildado por muchos militantes de su tolda como una verdadera falta de respeto.
En su lugar, y entre gallos y medianoche, mandaron a Manuel Rosales, quien por cierto no tiene grata recordación en el panorama electoral venezolano desde el momento en que como candidato presidencial diseñó un sistema llamado la tarjeta Mi Negra, orientado a trasegar la riqueza petrolera nacional. También el candidato marabino fue hazmerreír de la política venezolana cuando tuvo graves equivocaciones y demostraba que su formación intelectual lo tenía sumido en un estado de analfabetismo funcional.
Pero si con González Urrutia y Rosales llueve, con el gobernador del estado tampoco escampa, porque hubo de presentarse ante una manifestación opositora que cada día desconfía de su papel como líder en Barinas debido a que algunos lo tildan de chavista.
De hecho los barineses de oposición fueron sorprendidos por Garrido cuando recientemente manifestó en una reunión en Caracas que eran evidente las señales de recuperación en Venezuela en el ámbito económico debido a las acertadas políticas del gobierno nacional.
¡Válgame Dios! dicen que fue la expresión que profirieron algunos voceros opositores cuando vieron lo que juicio de muchos no son más nada que unas enaguas rojas rojitas. Por eso advertirá en el post que sigue el evidente desgano y decepción de los opositores barineses ante un vocero que no despierta ni un mal pensamiento.